jueves, 16 de agosto de 2012

La ventana

La ventana era alta, tan alta que hasta entonces había preferido ignorarla. Sabía que si en su intento de treparla caía, el golpe sería doloroso. Cada día la ventana estaba ahí, él lo sabía. Por encima de las palabras sordas, de las miradas vacías y de las masas de gente sin rostro. Todo era una perfecta red que se volvía sobre si misma en espiral y sobre la cual todos caminaban creyendo ir a alguna parte. Creyendo estar cambiando algo. Y como tantas otras cosas imprescindibles, la imaginación es subestimada. La araña controla los pasos. Y pobre de aquel de quien también controla sus sentimientos. Él en cambio guardó bajo llave sus sentimientos, sus sueños, su mirada, y miró la ventana. En ese momento estuvo convencido que sin necesidad de trepar podría alcanzarla. Podría ver más allá. Podría tejer. Podría cumplir sus sueños y a su vez soñar otros nuevos.


La realidad es peligrosa, es la espada de Damocles de todo soñador, excepto del que sabe volar...