sábado, 29 de enero de 2011

Vivir o existir?

Alguien me dijo una vez que la vida suele brindarnos lo que no buscamos en ella. Ese alguien, de los más sabios de todos los que jamás conocí, no tardó en desvanecerse para siempre un día cualquiera en una calle cualquiera mientras el naranja oscurecía el cielo en señal de que era hora de volver a casa. Ahora camino. Camino en ese lugar o en uno similar, no lo recuerdo bien. El soplo de llovizna fría estremece mi cuerpo mientras que mi mente ansia ver algo claro. Observé a gente con la sonrisa rota, mirada vacía,  de las que toman el mismo café con leche al desayunar, se lavan los dientes cada día con el mismo cepillo, hacen esa declaración de amor vacía a la misma mujer, van a trabajar sin pararse a contemplar el mundo que les rodea, dicen las mismas cosas, hacen los mismos chistes, y al llegar a su casa con el mismo cansancio se abalanzan sobre la fría y observadora cama que les sostiene mientras miran al techo esperando hallar en él algo que necesitan, pero no saben exactamente que es. No sé a donde voy, pero quiero ir contigo. Quiero ir contigo para no entrar en este rol monótono de todas esas personas que viven su vida como un espectador ve una película. No quiero la sencilla vida que se me ofrece. Propongo ser actores, prohibidos, rebeldes, únicos; propongo tirar las palomitas y saltar de lleno a la pantalla.

sábado, 22 de enero de 2011

Soñé que despertaba de un sueño

Y soñé que me despertaba de un sueño. Ya no me contemplabas con esos ojos inquietos que ansiaban descifrar mis gestos, sinó con el afecto casi rutinario, forzado e inevitable de las personas casadas. Ya no nos sentábamos en aquel césped de un jardín que no era nuestro, a arrancar la hierba mientras nos decíamos mil cosas sin mediar palabra. Ya no contábamos estrellas aun sabiendo que aquella infinita cuenta no era más que una excusa para eternizar ese momento. Y soñé que despertaba de un sueño. Ya no soñábamos volar hasta lo más alto, hasta aquel lugar inexistente que sólo tú y yo eramos capaces de crear; un lugar construído de miradas, sonrisas y promesas de amor. Ya no me erizabas hasta el último pelo de mi cuerpo al rozarme con aquellas manos cuya suavidad había llevado grabada a fuego en mi piel. Esta vez era capaz de reconocerte aun desde lejos. Tu caminar, tu sonreir, tu mirar: ya no era un misterio para mi. Y soñé que me despertaba de un sueño. Toda mente necesita un misterio que resolver. Todo corazón necesita a otro por el que consumirse. Todo cuerpo necesita a otro al que abrazar. Y soñé que me despertaba de un sueño. Eso soñé. Espero que no sea más que eso, un sueño.