miércoles, 21 de marzo de 2012

Manos

La mano se sostiene inmóvil, duda. Intentas alcanzarla corriendo en sentido contrario, y ella, ni se abre ni se cierra. Se suspende inerte en el aire, como un capricho macabro del universo, como una puerta a la destrucción. Has conocido el tacto de sus dedos, has respirado por ella, la has ignorado y hecho daño, y sin embargo nunca ha sido tuya. Y es un eterno sufrimiento que tal vez nadie conocerá, excepto ella. Intentarás llevarte algo de su esencia, guardar en una caja su olor, secuestrar en una sábana su tacto. Seguirás corriendo en sentido contrario, ella jamás se moverá del sitio, y aun así jamás la alcanzarás. Los recuerdos torturan, y los remordimientos matan. Y sabrá el tiempo lo tierno que es tu dolor, que en su palma guarda algo de ti que jamás será borrado, y  que eso no puedes olvidarlo nunca. Tan solo uno de los dedos acariciará tus labios, y los demás dudarán, pero te esperarán en la eternidad del bolígrafo y el papel.
  
Le pidió que se alejase, que escapara lejos, que quemase todas las palabras de su memoria. Sabía que su presencia solo podía hacer daño.
-Cuánto te dispones a sufrir?
-Lo que sea necesario.
-Pero... ¿Por qué?
-Alguien me dijo una vez que todos nos harán daño; solo hay que saber elegir por quien merece la pena sufrir.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Fugitivo de la realidad

Una especie de ilusión, una broma del tiempo. Las miradas se encuentran bajo la liberación de Perséfone, y saben a antesdeayer y tal vez a un poco de mañana. O tal vez demasiado. No hay motivo para dejar lo que se está haciendo, para desviarse del camino, para tratar de descongelar ese instante. El sonido del bolígrafo al escribir resultó ensordecedor, las miradas atrajeron una mutua atención que duró tantos años que al acabar alguien me dijo que habían transcurrido unos pocos segundos. ¿Y qué sabía el tiempo lo que era hablar sin tener nada que decir? ¿Lo que era dejar pasar el tiempo sin hacer nada en concreto?  Él, vanidoso e imperturbable, cree que no puede combatirse su fuerza destructiva. Yo, tal vez un nosotros gritado en el silencio, sabe que el tiempo no es nada hasta que las miradas se desvían y tú te pierdes en la esquina, volviendo a ese mundo en el que eres infeliz.

Soy un fugitivo de la realidad, y tú, en tu locura, me sigues...