martes, 20 de mayo de 2014

Museo de momentos

Hoy he abierto esa caja donde escondí tus palabras. Encontré una espada, esa espada con la que solías atravesar corazones hasta que la víctima descubría jadeando que solo había sido un sueño, tan excitante como doloroso. También tu reloj de arena, con sus dos receptáculos perfectos: uno para la felicidad y otro para la indiferencia. Solías girarlo a placer, te burlabas del tiempo, al fin y al cabo tú tenías todo el que querías pues otros te lo regalaban. Encontré parte de tus sueños, pues alguna que otra vez me los describiste vagamente, supongo que eran tus momentos de debilidad.



Ahora me la llevaré, dejará de ser una cárcel de pasado para ser un motel barato lleno de presente.  La llenaré de muchas otras cosas para que las tuyas sean insignificantes,  me daré cuenta que pese a todo viví y que esa caja solo contiene las pruebas de ello. Me hará recordar que ahora tengo cajas mucho más grandes, que tengo ganas de vivir y recogerlo todo en cajas, que quizá algún día haga un museo de momentos y te llame para decirte que hay dos por uno en las entradas, que puedes acompañarme si quieres.



Opto por pintar mi presente inspirándome en el arte del pasado.

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