-No he oído hablar de tal abismo, pero la descripción que me hace usted me conduce a imaginar una bella mujer con ése aire seductor que tienen todas las cosas imposibles.
-Dices mucha verdad llamándola imposible. Pero debo decirte que no es una mujer, sino la manecilla del reloj, la habitación vacía que contempló dentro de si tantas confesiones de amor, el río donde los niños venían a jugar pero ahora ya se secó... Podrías llamarlo en pocas palabras, el paso del tiempo. Aun así, mejor sentirte seducido por él que matarlo, como hacen algunos.